domingo, 6 de noviembre de 2011

Lista negra

Lentamente, César tomó su arma que  se encontraba encima de la mesa y cuidadosamente se acercó a la puerta, cuando se encontró delante de ella pregunto: “¿Quién es?”. Poco después los golpes dejaron de oírse. Tomé la botella de tequila (Herradura), rompiéndola sobre la mesa, ya que no quería estar totalmente desprotegido. César volteó a verme y con el dedo me señaló una habitación. Me dirigí dentro a esconderme debajo de la cama, donde podía ver muy poco de lo qué ocurría en el otro cuarto.

Temía qué fueran soldados del campo militar dispuestos a matarme y que por culpa mía mataran a mi hermano. Conforme transcurría el tiempo la preocupación en mí crecía. Por segunda ocasión se repetía el golpeteo. Yo simplemente me preguntaba ¿Quién será? ¿Me buscará a mí? ¿Cómo podría escapar? César alterado de los continuos golpes y fastidiado de no recibir respuesta de quién se encontraba del otro lado de la puerta. Decidió abrirla despacio, cuando giro la perrilla dos hombres entraron violentamente.  Ellos derribaron la puerta y sujetaron a César. Uno de los hombres tomó el arma, que debido a la entrada sorpresiva dejó caer mi hermano. El otro sujeto se quedó quieto un momento breve y después habló: “Hola somos nosotros no tengas miedo venimos a salvarte”. Sentí un gran alivio al oír la voz de Miguel, así que decidí salir de mi escondite.

Al encontrarme frente a ellos pude ver que Héctor sujetaba a mi hermano. Caminé hacia él y le pedí que lo soltara, mientras tanto Miguel me explicó que se preocuparon por mí y me siguieron hasta aquel sitio. Me dio gusto saber que podía contar con ese par de amigos, pues anteriormente ya me habían ayudado. César, confundido por la situación reía a carcajadas. Yo al contrario me mostraba serio, ya que trataba de explicar los acontecimientos a Héctor y Miguel.

Tras terminar de relatar los sucesos me senté. Le pedí a César ayuda para poder escapar de aquel lugar. Él accedió. Me apoyaría sin importar las consecuencias, pues ya había dejado morir a Diego y no quería volver a cometer ese error conmigo. Héctor y Miguel que consideraban fugarse, pues estar prisioneros durante más tiempo los terminaría matando. César explicó que viajaría a la capital y a su regreso nos ayudaría a escapar. Se levantó y se dirigió a un escritorio, polvoriento, del rincón. Tomó un pedazo de papel y comenzó un escrito, que al terminar me entregó y dijo: “Está lista de objetos les ayudara con su escape. Trataré de regresar lo más rápido posible, mientras tanto consigan todo lo de la lista”. Nos despedimos y salimos de aquel pequeño lugar en dirección de nuestros dormitorios.


Durante el camino de regreso no dije palabra alguna, según leía la lista me preguntaba ¿cómo conseguir todo?, sin ser atrapado por guardias. Al llegar a nuestros respectivos cuartos noté que mi hermano salía del campo de concentración en una camioneta negra. Solamente me queda seguir luchando y esperar que todo mejore. Por la mañana Héctor, Miguel y yo decidimos buscar las cosas del inventario, el cual por su contenido me parecía una lista negra, que nos conduciría a dos finales diferentes. Es decir: escapar o morir.

(Versión final sexta entrada)  

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